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«Bajo horizonte: Cinco aproximaciones artísticas al espacio vital»
octubre 19, 2023 @ 18:00 - noviembre 18, 2023 @ 14:00
“BAJO HORIZONTE: Cinco aproximaciones artísticas al espacio vital”
Fernando Melo, Angélica Quintana, Ángela Riesco, Rainer Krause y Bernardita Vattier
19 de octubre – 18 de noviembre
Como si la vida se pudiera registrar en un pulso, como si el electrocardiograma mostrara un mínimo gesto sonoro y visual, la sutil y abismal diferencia entre estar y no estar. Bajo el horizonte es un reconocimiento primario y esencial de la existencia humana en su relación con su habitar el mundo. El horizonte arquetípicamente entendido como la perspectiva sobre la que se erige la mirada, y ve un más allá, una imagen del futuro, pero también del pasado. El horizonte que va desde una línea leve y geométrica, que corta la mirada, también es la imagen contundente del primer y último latido humano, que va más allá de soluciones estéticas, que esta vez las y los artistas presentan sensibleme y críticamente en sus obras.
A través de cinco artistas chilenos, podremos ver materialidades, motivaciones, formaciones y generaciones distintas, dando a conocer sus aproximaciones al entorno geográfico y humano, en tanto experiencia material y al mismo tiempo, concepto. Para ello, Fernando Melo (1964), Angélica Quintana (1941), Ángela Riesco (1947), Rainer Krause (1957) y Bernardita Vattier (1944) mostrarán una dimensión tangible e intangible, contingente y amnésica, doméstica y trascendente, romántica y racionalista de lo que es culturalmente esa extensión de espacio que se eleva por sobre el suelo, que establece ilusoriamente un arriba de un abajo: arriba, como aquello que se eleva y trasciende, abajo, lo que cae, la vida que se padece como esfuerzo, como pulsión.
Bajo horizonte, es una exposición donde las y los artistas nos traen el horizonte al presente, ya no como una identidad neutra y distante, sino como una existencia activa, como su fuera un testigo y compañía inmemorial de los esfuerzos, esperanzas e ilusiones de la historia de la humanidad. Cada una de estas cinco propuestas, intentan nombrar y retener ritual y estéticamente, algo que se nos escapa en el devenir de los días. Esa porción dinámica de tierra y cielo aparentemente despegadas, construye una arquitectura esencial, y además consideramos la vertical de la presencia humana, veremos que la línea del horizonte se altera cuando surge la vida y también, cuando se desvanece cíclicamente, extendiendose en el tiempo, sin principio ni fin, cayendo y elevándose de generación en generación.
Ángela Riesco viene pintando en el sur de Chile desde hace varios años. El seguimiento atento de los ciclos de la naturaleza que se hacen evidentes a través de la siembra y cosecha del trigo. Bajo este horizonte de la que es habitante y testigo la artista, se reconocen grandes extensiones de tierra que han sido territorios de dolor y expolio, en disputa, de sufrimientos, alegrías y esperanzas, ancestrales y actuales establecen una pausa en sus pinturas. La extensión es espacio y tiempo para presentar un ciclo anual, desde la quema del rastrojo hasta el brote y maduración del trigo. El trigo como alimento cuenta la historia de la superación del hambre desde las culturas ancestrales, desde la cultura Mapuche hasta nuestros días, y también nos informa de territorios en tensión, de ayer y hoy, disputas del suelo y sobre suelo, de la memoria y la propiedad de ese horizonte florecido y en llamas, como ocurre actualmente con las tierras al sur del Bio Bio. A nivel internacional otro ejemplo, nos muestra al trigo convertido en arma de guerra, donde Ucrania no puede distribuir el grano al mundo mientras Rusia lo impida.
Rainer Krause, trabaja en torno a materiales que representan el lugar en el que vivió durante los años 80 y 90. Se trata de Peñalolén Alto, y en este territorio, Krause vivió y fue testigo de una realidad social, económica y política, que logró metaforizar a través de los materiales de la construcción y autoconstrucción. Se trata de paisajes marginales, en donde la realidad se hace tangible a partir de los materiales empleados en las viviendas permanentes y de emergencia. Un paisaje de extremos y contradicciones, entre lo fuerte y lo frágil, lo bello y lo precario, donde el artista, como si fuera un cartógrafo, reconoce la dimensión estética, y sobre todo, la dimensión vital, la fortaleza, ingenio y esperanza de quienes transforman los materiales para el habitar, en superficies sensibles y vitales.
Fernando Melo, realiza intervenciones con líneas de hilo en escenas nocturnas que fotografía tras varios momentos de exposición. Las líneas iluminadas en las noches de la región del Bio Bio, repiten y reinventan la línea de horizonte con una geometría arbitraria, que reinventa los códigos del paisaje. Como si el paisaje pudiera ser plisado y desplegado entre las manos y la mirada, apenas retenido en la captura fotográfica. Un díptico de una falla o grieta geológica en la zona de Arauco, nos recuerda un epicentro tectónico, y por lo tanto, lo que habita inquieto bajo nuestros pies. En dos fechas distintas del año, Melo reconoce una línea recta en la que él no ha participado, más que como testigo de algo inabarcable.
Angélica Quintana, desde hace décadas trabaja en torno a grandes planos cromáticos, leves horizontes, marcados por el contraste o por una línea o un plano de color. Como si se tratara del escape del horror pleni, de lo saturado y barroco, la artista comenzó a prescindir de las formas y los temas en sus obras. Progresivamente fueron apareciendo más superficies planas, porque la artista veía en esos vacíos la posibilidad de un reencuentro. Superficies sin narrativas estridentes, con sutilezas, y con apenas un sujeto compositivo como el horizonte. Superficies amarillas, ocres y blancas, restregadas suavemente contra la tela o contra los muros, como si a través del óleo y de los lápices pastel, conquistara una calma plena.
Bernardita Vattier se vio afectada por la Tragedia de Antuco, donde 44 jóvenes soldados fallecieron en Antuco el año 2005. La artista, sin darse cuenta, comenzó a revisar compulsivamente documentos, libros y todo aquello que permitiera explicar lo ocurrido, releyendo una y otra vez las biografías, y repitiendo dolorosamente la secuencia de los últimos instantes de vida, como si fuera una escena de Sueños de Akira Kurosawa. Bernardita empatizó con esta fragilidad y se conmovió con amor e impotencia, frente a cada una de esas vidas al límite. Vidas que se fueron quedando con el paisaje, como semillas monumentales de dignidad y esfuerzo que cambiaron para siempre la biografía de un territorio y de un país. Este horizonte andino resignificado por quienes allí se quedaron, ha sido recuperado ritualmente por Bernardita, a través de una serie de fotografías que muestran trozos de tierra, nieve, cielo y nubes. Una ruta marcada con animitas llenan de vida la aridez y frío del lugar, respiro a respiro, mientras la artista pinta sobre cada fotografía, sanando una herida contra el cielo gris o azul, contra el suelo magmático, acariciando con ternura un lugar extrañamente bello y familiar.
Inauguración: jueves 19 de octubre, 18:00 hrs.
Lunes a Viernes 10:00 a 19:00 hrs. Sábado 11:00 a 14:00 hrs.