Recordaremos a Marcelo Romo el jueves 1 de febrero a las 20:30 horas en la Fundación Miguel Enríquez, Agustinas 2384, presentando la Película de Pablo de la Barra, “Queridos Compañeros” con la participación de familiares y amigos [entrada gratuita].
Marcelo, actor de cine, teatro y televisión , de una larga trayectoria en nuestro país, como en Venezuela, México y Colombia. Estudió teatro en la Universidad de Chile y desde muy joven empezó a trabajar en teatro y cine. Uno de sus primeros papeles fue en 1964, protagonizando la obra Romeo y Julieta de Pablo Neruda, dirigida por Eugenio Guzmán. Posteriormente actuó en la película El Chacal de Nahueltoro de Miguel Littín. En agosto de 1970, Romo participó en el estreno de la canción «Cantata de Santa María de Iquique», realizado en el Estadio Chile dentro del marco de segundo Festival de la Nueva Canción Chilena. En aquella ocasión, el actor hizo la narración de la obra interpretada por el grupo Quilapayún.
Entre sus películas más destacadas se encuentran también, Voto Mas Fusil, Les soleils de l’Ile de Pâques, Metamorfosis del jefe de la policía política, Ya no basta con rezar, Los náufragos, sin miedo a la muerte y Queridos compañeros.
Fue igualmente activo militante del MIR junto a muchos compañeros y compañeras que combinaban el arte y la militancia. Tras el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 debió esconderse, pero fue capturado por los militares el día 21 de septiembre y conducido al Regimiento Buin. En aquel lugar fue brutalmente torturado e interrogado por sus captores sobre sus actividades políticas, fue sometido a un tribunal militar y a un juicio ordinario, resultando absuelto en ambas instancias por falta de pruebas.
Figura en la nómina de prisioneros políticos y torturados del Informe Valech 2. Tras esto debió salir del país para radicarse en Inglaterra. Tiempo después se trasladó a Venezuela, en la televisión y cine de ese país.
Luego de un largo exilio, Marcelo Romo regresó a Chile, participando en varias producciones nacionales como la película Los náufragos de Miguel Littín y se integró al elenco de telenovelas de TVN.
El año 2003, fundó su escuela de teatro en Santiago, la que fue una preocupación principal desde entonces. Sin embargo, su salud deterioró debido a que padecía el mal de Alzheimer. Fallece el 23 de enero de 2018
Para quienes fuimos su compañeros su ejemplo, su trabajo actoral y militancia política manifestó la posibilidad cierta de concitar principios e ideas con el arte. Marcelo Romo fue y es también “Un Querido Compañero”. Por ello les invitamos a celebrar su vida.
Sobre la película “Queridos Compañeros”, podemos decir que está empapada de nostalgia, de personas que no están-desaparecidos-exilio y desarraigo. Pero también es el retrato de una generación que buscaba cambiar un sistema injusto, y que de puro insolentes planteaban que la revolución era el arma más importante para cambiar las cosas. El horroroso desenlace del 11 de Septiembre de 1973 no solo cortó de raíz aquellos anhelos, sino que implementó un cruel sistema que se opone radicalmente a las aspiraciones de justicia de aquella generación. “Queridos compañeros” estaba concebida como una reflexión en torno a los militantes de izquierda que comenzaban a usar la acción por sobre la teoría.
Era el MIR, que planteaba utilizar nuevas formas de lucha contra el poder, fuesen las expropiaciones o las corridas de cerco en los fundos del sur de Chile, con el fin de entregar tierras a los trabajadores y campesinos. Ambientada en 1967, año en que gobernaba el democratacristiano Eduardo Frei Montalva, la película abordaba las luchas populares, la resistencia, la persecución a la que eran sometidos, pero también el choque de dos tendencias dentro de la misma izquierda: la tradicional y la joven y rebelde.
La filmación de la película solo pudo comenzar en Agosto de 1973, reuniendo un equipo que contaba con importantes actores chilenos como Marcelo Romo, que venía de trabajar en “El Chacal de Nahueltoro” (Miguel Littín, 1969) y “Ya no basta con Rezar” (Aldo Francia, 1972). También participaron Nemesio Antúnez, Gloria Lazo y Mario Vernal, este último también actor en “Caliche sangriento” (1969) de Helvio Soto, y que se había formado como actor con el padre del director, el destacado Pedro de la Barra, fundador de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile. Filmada con una cámara Arri 3 y con película Fuji Color, que era un verdadero lujo para esos años, la producción culmina el 9 de Septiembre de 1973 con la filmación de una toma de terrenos: “Usamos para esos menesteres mas de 100 uniformes de carabineros, pintamos una micro del color militar, e hicimos unas 80 metralletas que eran de madera, pero el tipo que las hizo era un maestro artesano y las armas se veían perfectas. Se descansó el lunes 10 y el martes 11 de septiembre era el último día de filmación. Claro, no filmamos”. Esas mismas armas y uniformes fueron descubiertos el 14 de Septiembre por las fuerzas militares que allanaron la casa productora, lugar donde además se almacenaba todo el registro de sonido de la película. Los negativos de imagen, que se encontraban en Chile Films, fueron rescatados y posteriormente escondidos en la Embajada de España. De un momento a otro, la película quedó detenida.
El desenlace de la historia es amargo: Pablo de la Barra es detenido y tras ser liberado sale al exilio a Paris y luego Venezuela. Su hermano, Alejandro, fue asesinado junto a su compañera Ana María Puga por agentes militares el 4 de Diciembre de 1974. Ese mismo día, Pedro de la Barra, el padre de ambos, y que estaba exiliado en Venezuela, se entera del asesinato de Alejandro y sufre un ataque al corazón. Fallecería dos años mas tarde.
Por otra parte, Charly Hormann, amigo norteamericano de Pablo de la Barra desde aquellos años en California, se encontraba en Chile trabajando como periodista independiente y en gran parte empapándose de los procesos revolucionarios latinoamericanos, tras el golpe de estado fue tomado prisionero y conducido primero al Ministerio de Defensa y posteriormente al Estadio Nacional. Este lugar era utilizado como centro de detención, torturas y fusilamientos. En dicho recinto, Charly Hormann sería ejecutado el 18 de Septiembre de 1973 por militares chilenos, convirtiéndose con los años en un caso emblemático de las violaciones a los derechos humanos. El caso fue recreado en la película de Costa Gravras “Missing” de 1982, la cual fue censurada por la dictadura chilena. Ante este desolador panorama, la película queda relegada a un segundo plano, hasta que empezó a adquirir otro cariz: se convirtió en un vínculo con un país ahora lejano, y además un acto de recuperar la memoria, la vida y las ilusiones existentes y que quedarían plasmadas en un registro fílmico. Poco a poco el proyecto comenzaría a tomar vida nuevamente.
Finalmente los negativos de la película llegaron a Caracas. Ya con el material a salvo, y gracias a la solidaridad de muchos que apoyaban esta causa, se comenzó a reescribir el guión junto a Jorge Goldemberg, guionista de importantes películas latinoamericanas como “La Estrategia del Caracol” (Sergio Cabrera, 1993, Colombia) o “Los Gauchos Judíos” (Juan José Musid, 1975, Argentina). Juntos plantean ahora una historia cuyo desenlace se entremezcla con el del país. Aquella historia analítica de militantes de izquierda que radicalizan su acción política, terminaba siendo un canto a los amigos y familiares del propio director, que fueron asesinados de forma violenta y sangrienta solo por ser militantes de izquierda. Aquellos personajes de la película de ficción terminaron por ser una metáfora de las ansias por obtener un mundo más justo, pero a la vez un acto de cercanía con los desaparecidos, torturados y vejados.
Una vez reestructurada la película, el equipo se encuentra con que el sonido original estaba, desaparecido en Chile. Tras el allanamiento a la productora, y la “evidencia” del atrezzo y demás elementos de escenografía, era imposible pensar que se podría salvar. De esta forma, comenzó un complejo proceso de resonorización de toda la película, que se dificultaba por los equipos disponibles, y por que se trataba de una película que fue realizada con ciertas libertades heredadas del cine documental, donde los actores tenían un grado de improvisación o intervenían lugares mezclándose con no actores. Esto significó que no había parlamentos escritos o recitados de memoria, sino más bien una idea base sobre la cual se estructuraban en la marcha los diálogos.
La solución vino de una amiga paraguaya sordomuda, que leyó los labios de los actores y permitió escribir los textos, con modismos y acento chileno. “Había momentos en que ella traducía y me confesaba que no entendía nada. “Qué pasa” decía yo ante sus dudas, a lo que ella contestaba “Pablo, ese tipo dice -Tenis miedo huevón…- y el otro contesta -Escoba…- y me miraba francamente sorprendida y dispuesta a reconocer su error, porque no entendía qué tenía que ver ese adminículo de limpieza con esa situación señala de la Barra. Los problemas técnicos se solucionaron gracias a la pericia de un amigo arquitecto, que construyó en una pequeña sala una máquina que adaptaba proyectores de 35mm con el fin de crear un sistema para que los actores realizaran el doblaje de voces. Pablo de la Barra señala que “El aparato que ideó mi amigo arquitecto parecía sacado de una novela de Julio Verne, era enorme y ocupaba toda la pequeña sala de proyección. Pero cumplió su tarea.”
Este proceso pudo concluirse recién en 1977, cuando se exhibe por primera vez esta película chilena terminada con la solidaridad de los venezolanos. Fue el sincero homenaje de su director a los miles de “Queridos compañeros” que cayeron en una lucha desigual.