«Terremotos: Cristos milagrosos en el arte virreinal surandino»

“Terremotos: Cristos milagrosos en el arte virreinal” es el título de esta undécima exposición de la Colección Joaquín Gandarillas Infante; relación que hoy, desde las actuales premisas de la ciencia, no resulta comprensible, ni menos evidente. Los terremotos son abordados por la geología, la sismología, la tectónica o la ingeniería; mientras la historia del arte, la antropología y las disciplinas atingentes al patrimonio estudian las imágenes que han adquirido un carácter portentoso, sagrado.

Cruzando diferentes saberes, hemos querido ofrecer una indagación de la identidad profunda del área surandina, de esta tierra cordillerana del Perú y Chile en su peculiar geografía, que ha marcado hasta hoy, con esos terribles y aciagos eventos que son los terremotos, nuestro acontecer, desarrollo histórico, asentamientos humanos, la conservación del patrimonio arquitectónico, artístico y cultural y más indeleblemente, nuestra mentalidad.

La riqueza iconográfica de esta colección ha permitido una vez más, retrotrayéndonos al pasado a través de las imágenes, rescatar elementos configuradores que permiten estrechar lazos entre ambos países y también superar compartimentos estancos entre las disciplinas que constituyen el saber.

Las magníficas pinturas del “Señor de los Temblores” de la Catedral de Cusco, que constituyen el retrato de la imagen escultórica realizada hacia 1575 probablemente por un indígena, nos contactan con el trágico terremoto de Cusco de 1650 que destruyó la ciudad, salvo el edificio de la Catedral y la imagen del Cristo muerto en ella albergada, que salvaron ilesos, y de lo que devino su fama. Transformado en patrono de la ciudad, donde se celebra todos los lunes santo la procesión del “Taytacha de los Temblores”, se expande su culto para protección de la feligresía que necesita del amparo de esas imágenes de Jesús quien, no es sólo el Hijo Muerto, sino el Redentor, y en esa época pre-científica, aún Señor del Universo.

Estas pinturas nos muestran la fé intensa y la variedad imaginativa de esa fascinante y trágica imagen del Cristo de los Temblores: al centro la misma figura hierática y doliente de rostro moreno, profusas heridas y largo faldón blanco sobre sus tibias enflaquecidas; cambian sus andas, su ornamentación, y sus acompañantes. Agradecemos en este punto al historiador del arte boliviano, Pedro Querejazu, su colaboración experta para las pinturas y la historia del “Señor de los Temblores”.

La experiencia chilena con los terremotos y las imágenes que cambian su iconografía y devienen protectoras bajo un culto local, ha precedido en este caso en tres años al evento cusqueño en un sismo tanto o más trágico. El terrible terremoto que sacude Santiago el 13 de mayo de 1647 y cambia la fisonomía de su naciente capital transformada en ruina, levanta en medio de la postración y la muerte, la figura de un Crucificado de la Iglesia de San Agustín de Santiago, que también salva enhiesto y sin lesión transformándolo en símbolo de acogida, esperanza y reconstrucción bajo el nombre de “Señor de Mayo”. Asimismo, retratos pictóricos se han elaborado a partir de esta imagen milagrosa, como la que pertenece al Monasterio del Carmen de San José de Santiago, que lo guarda in situ desde su realización hacia el primer tercio del siglo XVIII. Es la tela que muestra a “El Señor de Mayo con la Dolorosa, San Juan Evangelista, la Magdalena y una religiosa carmelita” que ha permanecido en la clausura y que, gracias a la generosidad de las religiosas, es posible hoy contemplar aquí.

También hasta la actualidad, como en el caso cusqueño, la procesión, que fue de flagelantes y encapuchados -los famosos “cucuruchos”-, se ha prolongado todos los 13 de mayo, a fin de proteger la ciudad de un nuevo sismo. Al respecto hemos contado con la valiosa colaboración del doctor en historia y profesor de la Facultad de Arquitectura, Mauricio Onetto, autor de documentados estudios especializados sobre el terremoto de 1647 y el surgimiento y desarrollo del culto al “Señor de Mayo”.

Se conmemorará así el próximo aniversario del terremoto, esta práctica que constituye parte de la historia y del patrimonio de nuestro país y en la cual un evento natural, religiosamente interpretado, ofrece una solución pre-científica y supranatural, a la destrucción el sufrimiento y la muerte. Hoy, la diversidad cultural nos orienta a valorarla.

Ignacio Sánchez Díaz

Rector

15 de marzo al 10 de agosto 2019.
Horario: Lunes a viernes, 10 a 20 hrs. Sábado, 11 a 19 hrs.
Lugar: Sala Joaquín Gandarillas Infante.

“Flores sagradas en la pintura virreinal”

Guirnaldas de flores y frutas deslumbran en exposición de la UC

Dalias, narcisos, jazmines, amapolas, rosas y dátiles son algunos de los protagonistas de “Flores sagradas en la pintura virreinal”, nueva muestra de arte colonial de la Colección Joaquín Gandarillas Infante. Con entrada liberada, se inaugurará el 12 de septiembre a las 18.30 horas en el Centro de Extensión.

Múltiples significados han tejido el simbolismo universal en torno a las flores, al relacionarlas a nociones naturales y estéticas, a rasgos psicológicos, virtudes y defectos. La exposición “Flores sagradas en la pintura virreinal” aborda cómo la naturaleza se fue incorporando y transformando en la pintura creada en Latinoamérica entre los siglos XVII y XVIII.

Símbolos de fecundidad, de celebración y triunfo, estos marcos esplendorosos y floridos acompañan a la Sagrada Familia, a la Virgen y a San José con el Niño y se despliegan con todos sus colores por la sala Joaquín Gandarillas Infante del Centro de Extensión UC en un bello montaje,

Expertos participaron del análisis interdisciplinario de las guirnaldas de flores y frutas que rodean a las figuras retratadas.  Se trata una mirada desde la botánica, la antropología estética y la historiografía artística, que se traduce en una catalogación y descripción de las flores y una descripción de su simbología y propiedades medicinales.

“Las guirnaldas de flores y frutas que enmarcan las figuras de la Virgen con el Niño, la lluvia de pétalos sobre la Sagrada familia o la Trinidad terrestre, así como las coronas de los angelillos en su celestial vuelo o los florecidos senderos que transitan Jesús, María y José en su retorno de Egipto, exaltan y enaltecen en la pintura virreinal surandina la milenaria simbología que enlaza el mundo vegetal y la sacralidad, transmutada en estos territorios por el proceso cultural del mestizaje”, explica Isabel Cruz de Amenábar, curadora permanente de la colección Joaquín Gandarillas Infante.

La botánica y doctora Gloria Montenegro, profesora de la Facultad de Ciencias Agrarias UC; el taxónomo Miguel Gómez, de la misma Facultad y la licenciada y máster en Estética Daniela Cross, conservadora del Museo de Arte Precolombino, que estudia el mundo vegetal en las culturas originarias de la región, conformaron el equipo que, junto a la curadora, llevó adelante la investigación. Inscripción a visitas guiadas gratuitas: artesvisuales@uc.cl

 “Flores sagradas en la pintura virreinal”

13 de septiembre de 2018 al 26 de enero de 2019.

Lunes a viernes, 10 a 20 horas.  Sábado, 11 a 19 horas.

Sala Joaquín Gandarillas Infante, Centro de Extensión. Alameda 390, Santiago.

Entrada liberada.

«Travesía de la fe. Arte y cristianización en el Surandino»

Jueves 28 de junio al domingo 26 de agosto de 2018 / Martes a domingo, 10:00 a 18:45 horas. Museo Nacional de Bellas Artes.

Un viaje en el tiempo para comprender la visualidad religiosa de los siglos XVII y XVIII en la que confluyen herencias europeas y americanas, propone la muestra Travesía de la fe, en el Museo Nacional de Bellas Artes, que presenta 160 piezas de la colección Joaquín Gandarillas Infante entregadas en comodato a la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Una exhibición de arte virreinal inédita, tanto por su envergadura como por las pinturas, piezas de plata, mobiliario e imaginería que la integran, arriba al MNBA. Se trata de 160 obras que dan cuenta del desarrollo de un imaginario religioso propio de América, junto con el surgimiento de un arte mestizo único, que apela a los sentidos a través de su materialidad y decorado.

La Colección Joaquín Gandarillas Infante, que fue entregada en comodato a la universidad por la Fundación del mismo nombre para su preservación y difusión, es considerada una de las más representativas de su género y de su época. Por eso, la UC quiso celebrar su aniversario N° 130 con esta exposición gratuita, que fue acogida por el MNBA.

“Esta exposición permitirá que el público chileno pueda conocer, apreciar y reflexionar sobre las estéticas e íconos que conformaron el imaginario religioso introducido y desarrollado en América durante el periodo virreinal, con imágenes circunscritas a la función que cumplía el arte en ese periodo, produciéndose el estilo tan particular y único como el barroco mestizo”, explica Roberto Farriol, director del MNBA.

“Nuestra misión como universidad es formar personas al servicio de la sociedad y sus necesidades. Es en virtud de eso que –sumado al conocimiento y el entendimiento, la valoración y el disfrute— la afirmación de nuestros valores culturales es relevante. Queremos aportar al desarrollo y la difusión de una época que marcó el inicio de la construcción de nuestra identidad regional”, agrega el rector Ignacio Sánchez.

“Junto con mostrar el viaje y expansión del arte como medio de enseñanza visual y de educación religiosa del catolicismo en América y en los territorios del sur andino, busca incorporar un alcance cultural a las dimensiones política y económica con que se enfoca principalmente, el Descubrimiento y Conquista de América”, añade Isabel Cruz, curadora permanente de la colección y de Travesía de la fe.

Quienes visiten el museo podrán ver en pintura, por ejemplo, vírgenes de advocaciones regionales como la Virgen del Rosario de Pomata o la Candelaria de Copacabana. En imaginería encontrarán interpretaciones locales, principalmente quiteñas, de las temáticas de la escultura barroca española. En platería, se mostrará la producción de la gran mina de Potosí que abasteció a España y el efecto de abundancia y variedad con que incidió en el culto de las iglesias y también en el privado. En mobiliario, se observará la calidad de las maderas nativas, la variedad de técnicas y materiales, algunos de origen hispano-árabe y otros orientales como las lacas, conchaperla o carey, que muestran la interculturalidad de nuestra región entre los siglos XVII y XVIII.

Sobre la Colección Joaquín Gandarillas Infante

Joaquín Gandarillas Infante (1930-2004) estudió agronomía, pero desde niño le interesaron las piezas patrimoniales y pronto comenzó a formar su propia colección. Su contacto con las obras que iba descubriendo, más su activa contribución como miembro del directorio y luego como director del Museo Colonial de San Francisco, afinaron en él una mirada sensible que le permitió atender a los valores genuinos del arte virreinal para formar su colección. Su criterio puso en jaque al antiguo “buen gusto” europeizante y afrancesado -común entre la elite chilena- y lo enfrentó a su contracara cultural: el barroco mestizo.

El destino que planeara para el conjunto de las 639 piezas que había logrado reunir, su conservación como conjunto, sin dispersar ni mezclar; la creación de un repositorio especializado o su legado a algún museo o institución cultural para su exhibición y estudio, pudo concretarse tras su muerte. Cumpliendo con esta voluntad su familia y heredera constituyó la Fundación Joaquín Gandarillas Infante, que en el año 2007, firmó con la Universidad Católica un comodato para investigar, exhibir y difundir su valiosa colección. Así, 167 pinturas, 138 esculturas e imaginería; 121 objetos de platería y orfebrería y 35 piezas de mobiliario quedaban disponibles al público, en muestras acotadas y sucesivas, otorgándoles un sentido social, como parte del patrimonio cultural de Chile.

“En nombre de los santos: imaginería virreinal y devoción privada”

Martes 13 de marzo al sábado 28 de julio de 2017. Lunes a sábado, 10 a 20 hrs.

Sala Joaquín Gandarillas Infante, Centro de Extensión. Alameda 390, Santiago.

Entrada liberada. Visitas guiadas, inscripciones: apedemonte@uc.cl

Nueva muestra de arte colonial en la UC: devoción puertas adentro

El lunes 12 de marzo a las 18.30 hrs. se inaugurará en el Centro de Extensión la exposición titulada “En nombre de los santos: imaginería virreinal y devoción privada”, donde se exhibirán esculturas cuyo pequeño formato denota su función en el contexto piadoso colonial: el uso privado. Hasta el 28 de julio.

Las figuras de formato reducido (de hasta unos 40 cm. de alto) que componen la novena muestra de la colección de arte colonial Joaquín Gandarillas Infante estaban destinadas, en la mayoría de los casos, a una función doméstica. Es decir, eran veneradas sobre muebles o altares al interior de las casas o capillas anexas.

Así, la fe se mezclaba con lo cotidiano porque el pueblo colonial tomaba a sus santos muy en serio: eran sus protectores frente a la adversidad y en todas las circunstancias de la vida en esa época y también sus modelos para una existencia virtuosa, indispensable en una buena muerte y logro de la trascendencia.

En diferentes tamaños, técnicas y formatos, las imágenes hacían visibles y tangibles a los santos y figuras sagradas ante sus fieles devotos, a la vez que oraciones, jaculatorias, invocaciones, novenas y cánticos los acercaban oral y auditivamente para formar un contexto piadoso rico en estímulos y en proyecciones, en que la persona se sentía apoyada y consolada. La socialización de la piedad y la socialización a través de la piedad son dimensiones claves de la cultura virreinal, hoy difíciles de aprehender.

La madera policromada se esculpe y luego se pinta mediante complejos procedimientos para dar realismo a pieles y trajes. El principal centro de producción andino surgió con la fundación del Colegio de San Andrés por los franciscanos en Quito y la consecuente formación de talleres. Lima, Potosí y Cusco también produjeron esculturas, además de la menos conocida fabricación local en distintos puntos del Virreinato del Perú.

En esta novena muestra de la Colección Gandarillas, la Universidad Católica ha querido dar a conocer esos vestigios de lo que hoy llamamos “religiosidad popular” tejida en torno a las imágenes; vida y muerte de esos humildes santos de madera pintada y adornada, muchos de ellos rescatados por Joaquín Gandarillas ante su inminente desaparición o desecho por desgaste, desconocimiento u olvido.

«El arte de guardar»

Con el “El arte de guardar”, quinta muestra de las obras de la Colección Joaquín Gandarillas Infante, la Pontificia Universidad Católica de Chile espera, aguarda se podría decir en este caso, una respuesta positiva de su fiel e interesado público a una muestra no convencional. Mobiliario de contenedores del periodo virreinal ocupan nuestra sala de exposiciones: cajas, arcones arquetas, baúles, bargueños escritorios, alacenas y cajas de caudales realizadas a mano. Algunas piezas muestran materiales preciosos y exóticos, otras elementos rústicos, pero todas están realizadas con cuidado y con arte. Novedosa en su concepto en nuestro país, y poco explorada en sus implicancias sociales, la temática del mueble de guardar, protagonista aquí, encierra funciones y significados no evidentes hoy, relacionados a constantes antropológicas y a necesidades afectivas que todas las épocas anteriores a la nuestra resolvieron en una cierta línea de continuidad, actualmente interrumpida. Observar estas piezas nos debería llevar a conocer mejor a las sociedades del pasado pero también a reflexionar sobre las del presente.

Guardar, proteger, asegurar son hoy temas candentes en el contexto de inseguridad ciudadana que vive la era postmoderna, especialmente en las grandes urbes. Para eso se contratan servicios en instituciones especializadas como bóvedas de bancos y cajas de ahorros, se pagan pólizas de aseguradoras, sistemas de seguridad y alarma contra robo y asalto a mano armada. Pero nuestra sociedad protege principalmente el valor del dinero y de ciertos documentos de curso legal que lo representan, pues simultáneamente y salvo contadas excepciones, los objetos e instrumentos de que nos rodeamos en la vida cotidiana, en la era de la novedad, se desvalorizan diariamente en el proceso de la competencia y de la innovación, entrando en el rápido vórtice de la obsolescencia, que expulsa del mercado de un año para otro las recientes versiones de los objetos tecnológicos y de los bienes de consumo ingresados en la incierta e inerte categoría de los “modelos descontinuados”.

Las sociedades tradicionales hispanoamericanas de los siglos XVII y XVIII que funcionan sincronizadas a la precariedad, incluso las mismas élites y la monarquía, ejercen su faceta de homo faber buscando la durabilidad de los objetos e implementos que fabrican, pues ellos les aseguran la subsistencia, las fuentes de trabajo, la seguridad, los ingresos, la belleza incluso. Se precaven así contra las discontinuidades; y la obsolescencia les es ajena. Los implementos e instrumentos de la vida cotidiana, en esa época, si bien han incorporado en parte procesos mecánicos, no han ingresado al nivel de la industrialización seriada y llevan aún impreso el sello de la mano; mano anónima, individual y/o colectiva del artesano, que guarda en ella un aprendizaje de siglos de experiencia y saber y los estampa como huella en los materiales rústicos o preciosos; en las formas modeladas en la tactilidad de los dedos, con la calidez que otorga el oficio, a la vez técnica y arte.

En ese contexto, el acto de guardar no es sólo defender y asegurar, sino preservar; cuidar los objetos, los pequeños “tesoros” de que el hombre se ha rodeado siempre y que constituyen su prolongación en el espacio y en el tiempo, con el fin de que duren y puedan transmitirse a las siguientes generaciones. Aquello que se considera único, valioso y propio, ese objeto motivo de afecto, se expresa en la herencia paterna y familiar, más allá de su mera componente económica, para constituirse en patrimonio. “El baúl de los recuerdos” no es sólo es una conocida imagen literaria, sino también una clave secreta que funciona activando una respuesta ampliamente relacional entre el hombre, su psique, su recuerdo, sus seres queridos y el pasado. Ese baúl guarda en su perfume alcanforado un mundo interior que no sólo atañe a su contenido material, sino a la memoria que impregna sus maderas o sus hierros y a cada uno los objetos que custodia; memoria recluida y preservada en el tiempo largo y a la vez, protegida del tiempo corto de los avatares urgentes.

Ese es el arte de guardar en el sentido amplio que constituye esta exposición. Los baúles y arcones que aquí se muestran guardaron objetos personales y familiares, y aún más, en su misma calidad de contenedores han sido también contenidos, y guardados, custodiados y cuidados en la Colección de Joaquín Gandarillas Infante. Porque encierran ese mensaje hoy oculto que liga al hombre y a los elementos de que se rodea como prolongaciones de sí mismo, en una envolvente anímica que lo motiva a construir un contexto y en él a cobijarse y construirse a sí mismo.

La Universidad Católica ha querido marcar con esta muestra un rumbo diferente, secular y contemporáneo, a la vez que ancestral y antropológico. El arte de guardar implica no únicamente el guardar con arte, también se guarda el silencio, se guarda un secreto, se guarda respeto. Guardar no es sólo una acción defensiva sino de resguardo humano, psíquico y patrimonial.

Lunes 28 de marzo al sábado 30 de julio de 2016
Lunes a sábado, 10:00 a 20:00 horas.
Sala Joaquín Gandarillas Infante, Centro de Extensión.
Visitas guiadas gratuitas. Inscripciones: artesvisuales@uc.cl