El 25 de septiembre a las 19.30 horas, ambos elencos vuelven a la Iglesia Niño Jesús de Praga de Independencia con el oratorio “Los Israelitas en el desierto” (1769) de Carl Philipp Emanuel Bach, segundo hijo de los veinte que tuvo el músico alemán y quien lograra brillar con luz propia, transformándose en uno de los compositores más importantes del periodo galante y en el último maestro del clavecín hasta el siglo XX.
Mientras algunos músicos debieron ir afanosamente en la búsqueda de un maestro a punta de viajes costos y recomendaciones de terceros, Carl Philipp Emanuel Bach (1714-1788) tuvo la suerte de nacer en cuna privilegiada: fue segundo hijo de los veinte que tuvo el alemán Johann Sebastian Bach, considerado el más grande compositor de todos los tiempos, y ahijado de Georg Philipp Telemann, el autor más prolífico de la música barroca.
Con esas credenciales, Carl Philipp tomó su propio camino e hizo aportes notables en el desarrollo de la sonata, al mismo tiempo que ganaba fama europea como intérprete de clavecín, transformándose en maestro indiscutible del instrumento hasta el siglo XX. A diferencia de otros hijos de genios, Carl Philipp no renegó de su padre -siempre afirmó que todo lo había aprendido de él- ni tampoco de su famoso padrino, de quien heredó, tras su muerte en 1767, el cargo de maestro de capilla de las cinco iglesias de Hamburgo.
Ese mismo año debutó como director con la presentación de una nueva pieza: el oratorio “Los Israelitas en el desierto”, una partitura ambiciosa y exigente en aspectos técnicos, considerada por su propio autor como una “obra maestra” y al mismo tiempo calificada de “abierta”, ya que podía ser interpretada en cualquier ocasión “tanto en la iglesia como fuera de ella”, anotó el compositor.
“Carl Philip Bach fue realmente un compositor experimental del siglo XVIII. A pesar de estar muy influido por su padre, siempre intentaba ir por otro camino, esa conflictividad se nota y su constante búsqueda es algo que conmueve. En la actualidad no es un compositor muy tocado, pero a nuestra orquesta le queda perfecto porque es parte de nuestro repertorio clásico, no es algo que vaya a tocar una Sinfónica o una Filarmónica, se trata de una pieza que le queda muy bien a nuestros músicos y nuestro coro”, afirma el director titular de la Orquesta Clásica Usach, Nicolas Rauss. “La obra refleja lo que fue la historia de los israelitas expulsados al desierto por Dios y la furia que ellos desatan contra él. Está cantada en alemán, pero vamos a tener una pantalla anunciando lo que se sucede en el oratorio porque es fascinante la historia que hay para contar”, adelanta Rauss.La Orquesta Clásica y Coro de la U. de Santiago hará prueba de la versatilidad de la pieza con un concierto el 25 de septiembre, a las 19.30 horas en la Iglesia Niño Jesús de Praga de Independencia, que se presenta por cuarta vez en la comuna bajo el proyecto de “Apoyo a Orquestas Profesionales” financiado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, con el objetivo de acercar la música docta a un público masivo del sector Santiago Poniente. Acompañarán a los elencos los solistas invitados, las sopranos Vanessa Rojas y Denise Torre; el tenor Alexis Ezequiel Sánchez y el barítono Cristián Lorca.
Un oratorio para todos
La entrada de Carl Philipp Emanuel Bach a la escena de Hamburgo no podría haber sido más acertada: el oratorio “Los israelitas en el desierto” es una obra sacra, pero que no responde a ninguna religión en concreto sino que fue destinada más bien a los verdaderos amantes de la música. Con textos poéticos de gran belleza a cargo del escritor Daniel Schiebeler, la obra ganó un éxito sin precedentes, siendo editada en 1775, lo que confirmó su popularidad. Inspirada en la historia de Moisés del Antiguo Testamento, quien liberó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, las escenas corales expresan los sentimientos de los creyentes como comunidad y con un gran sentido teatral.
El estilo de Carl Philipp Emanuel Bach se situó entre el barroco y el clasicismo y fue precursor de músicos de la talla de Haydn, Beethoven y Mozart, de hecho este último que fue amigo cercano a un hermano menor de Bach, Johann Christian, dijo de Carl Philipp que “él es el padre y nosotros los niños”, aludiendo a su influencia. Pese a su trayectoria, la reputación del compositor cayó al olvido en el siglo XIX, siendo rescatado en la centuria siguiente, justamente a punta de sus dos oratorios: “Los israelitas en el desierto” y “La resurrección y ascensión de Jesús”, y con piezas para clavecín como “Concierto en Sol mayor” (Wq. 3) y en “Re mayor” (Wq. 11).Para Andrés Bahamondes, director del Coro Usach lo más complejo de Carl Philipp Emanuel Bach es “que es un compositor de transición, es llamado por muchos el primer clásico, entonces hay muchas cosas estilísticas por resolver que lo hacen muy interesante, además es un autor poco interpretado en Chile, entonces tenemos pocas versiones de referencia. Pero, al mismo tiempo la partitura tiene muchas indicaciones que obligan a ceñirse al original, entonces encontrar ese equilibrio interpretativo es un desafío para el coro, que además debe ser muy expresivo”, explica.