Novela del periodista Rodrigo Miranda Arredondo
Publican novela sobre el edificio UNCTAD III a 45 años de su inauguración. La Expropiación, primera novela del periodista Rodrigo Miranda, se lanzará el martes 28 de marzo, a las 19 horas, en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM).
La presentación estará a cargo de la escritora Diamela Eltit y el actor Alfredo Castro. El lanzamiento será abierto a público y se realizará en la Sala de Conferencias 1 del GAM en Alameda 227. Publicado por Editorial Sangría, el libro narra la construcción del edificio UNCTAD III, hoy GAM, que el próximo 2 de abril cumple 45 años desde su apertura.
“Este es más que un edificio, es un sueño y un deseo colectivo. Es un gesto político y representa la mejor manera de construir un proyecto de sociedad basado en la colaboración y la solidaridad.”, dice Rodrigo Miranda. “La novela narra la épica de su construcción y estetiza el cuerpo del obrero a través de una voz colectiva, un plural donde el yo es aplastado por el nosotros. El narrador del yo neoliberal, que intenta homogeneizar el discurso, es aniquilado por un narrador coral y obrero”, agrega
El GAM se llama así desde septiembre de 2010, pero el edificio comenzó a construirse en diciembre de 1971 para albergar la Tercera Conferencia de Comercio y Desarrollo de Naciones Unidas (UNCTAD III). Su construcción demoró el récord de 275 días y todos los involucrados en el proyecto, desde los arquitectos hasta el último obrero, recibieron el mismo sueldo: el salario de la época de un obrero calificado. La ONU le pidió a Salvador Allende un edificio de 40 mil metros cuadrados para la conferencia que no existía en Santiago.
Quedaban 300 días y se empezó a construir. Los obreros trabajaron 24 horas en tres turnos, no pararon. Allende celebró los tijerales con un gran asado en plena Alameda con todos los trabajadores y sus familias. En paralelo, el artista Eduardo Martínez Bonatti reunió obras de Roberto Matta, Nemesio Antúnez, Federico Assler, Mario Carreño, Roser Bru, Guillermo Núñez, José Balmes y Gracia Barrios para incorporarlas a la arquitectura del edificio. No de una forma decorativa sino de una manera estructural. El pintor Nemesio Antúnez creó un mural de cerámicas en uno de los pasillos con formas de líneas diagonales para guiar hacia donde se encontraban los comedores. El escultor Félix Maruenda creó las chimeneas de ventilación de las cocinas. Francisco Brugnoli diseñó un juego de luces interiores. Ricardo Yrarrázabal diseñó una serie de bancos públicos y macetas y Juan Egenau, una de las puertas principales. Juan Bernal Ponce creó el vitral de colores con forma de volantines. Los tiradores de puerta estuvieron a cargo de Ricardo Meza. El artesano de Chimbarongo Alfredo Manzano “Manzanito” realizó los recordados peces de mimbre del casino. La gran mayoría de estas obras fueron robadas del edifico por los militares, destruidas o modificadas tras el 11 de septiembre de 1973. Los clásicos peces de Manzanito desaparecieron ese año, pero una réplica se inauguró en 2013 y puede apreciarse en la plaza del centro cultural.
Después de realizarse la UNCTAD, en 1972 el recinto fue bautizado como Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral y el restaurante, el primer autoservicio con bandejas del país, se abrió como comedor popular con almuerzos a precios accesibles para el público general. Cada uno tomaba su bandeja y por $ 2.300 podía escoger uno de los cuatro menús, más bebida y postre. Se servían más de tres mil raciones al día, desde el desayuno hasta pasada la medianoche. Ideado por quien fuera dueño de la antigua cadena de restaurantes Chez Henry, el español Salvador Morera, el casino reunió a distintas clases sociales. Venían universitarios de morral, obreros, profesores y oficinistas. El golpe de Estado de 1973 cambió la función del edificio: se transformó en sede de la junta militar (La Moneda estaba destruida) y se rebautizó como Diego Portales. Luego fue Ministerio de Defensa y centro de convenciones. La idea original era que el edificio estuviera abierto al peatón pero después de 1973 fue rodeado de rejas, perdiendo su vocación pública de corredor entre Alameda y Parque Forestal. Tras un incendio, en 2010 gran parte del edificio original fue demolido, pero al menos retomó su nombre y destino original. La remodelación estuvo a cargo del arquitecto Cristián Fernández, quien diseñó un proyecto que dialoga con la primera construcción, al crear un paseo peatonal hacia Lastarria.
PRIMER PÁRRAFO DE LA NOVELA
«A puro ñeque, con los miembros entumecidos, los obreros trabajaron acelerados en medio de la electromagnética. Demolieron y excavaron. Removieron 60 mil metros cúbicos de tierra. Mientras el edificio se erigía entre Namur, Villavicencio y Lastarria, reconstruyeron los dolores en sus muslos, torsos, huesos y tendones. La carne agarrotada se hizo hormigón. Cuerpos enjutos, musculaturas esmirriadas levantaron las vigas. Los extensores de las caderas se contrajeron de modo exacto, las rodillas se bloquearon y las piernas permanecieron inmóviles. Los miembros izquierdos, el brazo y el antebrazo, impulsaron las estructuras de acero, alzaron el techo. Bajo uno de los pilares se enterró un cilindro de acero con un mensaje del Presidente para los jóvenes del futuro, pero nadie recuerda qué pilar era. Planearon tener un futuro idéntico a lo que memorizaron de su pasado y juraron recrear todo, la alergia en nariz, garganta y ojos, los desastres, las plagas. Se empezó a construir a contrarreloj. Levantaron un inmueble de 40 mil metros cuadrados para albergar la Tercera Conferencia. En la fachada de la Alameda, un letrero anunciaba los días trabajados y los que faltaban para la inauguración, un tablero artesanal con cartelitos de madera colgando de clavos cambiados a mano cada amanecer. Trabajaron las 24 horas, en tres turnos y en faenas paralelas. Su construcción demoró 275 días. Una pancarta que decía Venceremos alentaba desde lo alto el fervor, la lucha del trabajo humano contra el tiempo. El Presidente visitaba a diario las obras para alentar a los 3 mil trabajadores.»