«Bestiario»

Bestiario, de Gabriela Rivera

Perra, arpía, cerda, pájara, mosca muerta, víbora, zorra… todas hembras, todas invocan la presencia de las mujeres, de las mujeres monstruosas, un poco animales y un poco seres humanos, que Gabriela Rivera ha tomado de la cultura popular para construir Bestiario. La ficción del perverso mundo misógino y su imaginario reunidos en una colección de criaturas extrañas, seres que existen por la fuerza de la palabra y su repetición, inocentes en su animalidad, culpables en su humanidad abyecta y pecadora (codiciosas, falsas, caprichosas, sensuales, embusteras, libertinas); castigadas ambas naturalezas por haberse mezclado al confundir instintos con deseos.

El conjunto de engendros que se nos presentan nacen del tratamiento meticuloso que requieren las vísceras, carnes y despojos de animales, cueros, tripas, estómagos, para volver a la vida transformados en seres imaginarios poderosos, repugnantes y pestilentes -¡Podríamos hasta sentir su hedor!. Hilos, agujas, alfileres y tijeras sobre una superficie negra trabajan delicada e incansablemente dirigidos por las manos de Rivera para llevar a cabo esta operación y, así, nos sugieren en su confección cómo han sido minuciosamente ficcionados hasta volverse realidad en la vida cotidiana, desfilando diariamente ante nuestros ojos a través de teleseries, reallity shows, diarios y revistas.

Bestiario podría concebirse como una poética de los seres, en el sentido en que es una creación que la artista nos tiende para contemplar su propia individualidad que se rebela contra la esencialización y demonización de las mujeres, para volver a poner a estos personajes de la ofensa donde deben ir: en un compendio de seres fantásticos que bien merecen retratos de amplias proporciones.

Mónica Salinero/Stella Salinero