«Archipiélago»

Galería PANAM inaugura Archipiélago, muestra en la que se presentarán distintas piezas aparentemente ordenadas, las que como un rompecabezas imaginario y sin jerarquía, le ofrecen al lector un trabajo que articula elementos relacionados al cuerpo, los desplazamientos y los recuerdos.

María es artista visual y cineasta, licenciada de la Universidad Arcis, ha expuesto recientemente en Arte k-35 / módulo de experimentación (2018) y Local 2702/ estación de trabajo (2017). Realiza también proyectos de cine y arte en la dupla Diarios de Guerra desde el 2012.

En la mayoría de sus trabajos opera las colecciones, las recolecciones y los catálogos temporales o de recorridos urbanos, en cine trabaja desde lo experimental en tanto lenguaje como narrativa.

«Recubrimiento por inmersión»

Galería Panam tiene el agrado de abrir su temporada 2018 con la exposición Recubrimiento por inmersión de la artista visual Milena Gröpper.

Esta es una muestra que tiene un sentido exploratorio en torno a la pintura y a cómo ésta se encuentra con ciertos medios, materialidades y procesos que evidencian calces y descalces por superposición. Unas veces son las transparencias, a partir de las cuales se advierten intersecciones, desplazamientos, recortes y contraformas; otras veces son el mismo constructo de las imágenes que resulta en descalce y distorsión. En la reciente producción de Milena Gröpper la profundidad óptica de la pintura mas tradicional es reemplazada por lo que Clement Greenberg llamaría la profundidad psicológica de la pintura abstracta (expresionista abstracta). En algunas de estas piezas ocurren situaciones simultáneas y complejas, pues podemos hablar de pinturas a pesar de muchas ellas estar construidas como collages inmersos en delgadas láminas de resina. Pero éstos son fabricados pensando no tanto en lo plano o el recorte, sino que recurriendo en transparencias a modo de filtros, fruto de una lógica más pictórica que gráfica, donde las capas generan sub capas. Por otro lado, las acuarelas y dibujos muestran una referencia hiperreal, en el uso de herramientas gráficas digitales para la elaboración de las imágenes, las que luego son traducidas manualmente sobre el papel.

En toda la producción se asoma un espíritu maleable en torno a las imbricaciones del lenguaje pictórico y a su vez una vigilada improvisación a través del color, la composición y el dibujo. Los formatos de las piezas y su definición, obligan a tener una experiencia más que íntima, que incluso podrían requerir de un medio óptico para poder ser investigadas. Esto, por su parte, se contrapone a las prácticas de las pinturas expresionistas, que buscan, mediante la escala y la experiencia física, el efecto de profundidad y espacio. En las pinturas de Gröpper, de menor tamaño, esta experiencia funciona más como un espejo que hay que atravesar. Recubrimiento por inmersión es una propuesta que insiste en lo formal desde la superficie, pero que dialoga con lo misterioso de la manifestación bidimensional y sus capas de información.

Milena Gröpper (Madrid, 1984) es Licenciada en Artes con mención Artes Visuales de la Universidad de Chile (2006) y tiene un Máster en Investigación en Arte y Creación de la Universidad Complutense de Madrid (2012).

Ha realizado exposiciones en galerías y museos de países como Alemania, España, Italia, Bolivia, Colombia y Corea del Sur. En Chile, ha expuesto en Galería Gabriela Mistral, Espacio Hache, Taller Bloc,Balmaceda 1215, Museo de Arte Contemporáneo de Santiago, Sala de arte CCU, Galería BECH, MAC de Valdivia, Galería Bicentenario del CCEM, entre otros.

La muestra estará abierta hasta el día viernes 27 de abril.

«Bestia de Carga»

Una ideología del dibujo

En una cosmogonía que confirma que una partícula en movimiento lo construye todo, tendremos que aceptar también que los sueños se tejen con las hebras que estos recorridos enredan para siempre en la invisibilidad de su frenético e incansable recorrido, así lo que imaginamos también queda construido en un suelo que nuestras representaciones de cierto particular y directo modo atestiguan.
El dibujo imita este movimiento generador de realidad desplazando puntos y creando líneas que a su vez construyen formas sobre la superficie blanca de la hoja, estas formas por convención describen objetos, seres o fenómenos que conocemos, recordamos o intuimos. En el dibujo ensayamos nuestra relación con lo real y lo aparente. Escribir con un lápiz sobre un papel es también dibujar.

Acumular

Uno sobre otro, tras de otro, frente a otro, debajo de otro; los fragmentos se multiplican, exponenciales hasta ser playas o llanos o montañas y llenar del horizonte para abajo. O bien son las hojas, proliferación vegetal, copas frondosas, matorrales bajos, ramas secas sin follaje persistentes y ricos en detalle. En todo caso fragmento múltiple puesto en sus contornos. De acumular se acumula tiempo a presión y en prisión en esa huella que queda del desplazamiento voluntarioso de la punta del rapidograf. Tiempo cargado.

Organizar

Uno en función de otro, en función de otro (aunque se trate de una función estética o poética), en función de otro (aunque se trate de una función estructural), los fragmentos van construyendo un objeto. Honesto brutal y aparentemente funcional. Lo que interesa es qué tipo de energía mueve estos fragmentos y determina sus funciones. Para qué sirven estos objetos. Sirven para ser un ejemplo de posibilidad de orden y para disuadir a los suicidas.

(Tetrálogo arbitrario del artista:

La obra jamás estará al servicio del capital: excepto si el precio es justo

La obra jamás estará al servicio de una idea: la obra y la idea colaboran (concomitan)

La obra no tendrá más contenido que cuanto pueda ser deshecho de una forma poética: condición sine qua non

Los materiales con los que se construye la obra serán iguales a sí mismos. Salvo excepciones)

Canal

Claudio trabaja dibujando hacia adelante, esto quiere decir que en sus dibujos no hay lugar para correcciones o enmiendas y que la línea persiste en su recorrido construyendo representación sin tomar en cuenta los sistemas de juicio que puedan considerar que dicha representación está siendo malograda. O sea que trabaja sobre la marcha, sin apenas una idea vaga de lo que podrían ser los límites de lo que podría ser representado. Lo que va componiendo en un presente fluído se va constituyendo en una sorpresa para él que dibuja abandonado de la voluntad de control, y, redescubre sobre la marcha también aquello que crea. El momento presente del dibujo y el trazo construyendo los contornos de algo en su laberinto, es un momento de ausencia activa que podríamos asociar al estado de canalización en el que el dibujante se vuelve un medio por el cual transitan fuerzas, entidades, energías, vibraciones que en suma plasman y comunican un contenido

Cuando construye sus objetos, su estado de ser y su procedimiento son también los de un canal. Sólo cambia el comercio con los materiales y con ciertas urgencias que son de la física y la gravedad, los fragmentos inútiles y dispares que en esta acción cobran un sentido insospechado, también son enhebrados de manera ciega, confiada y sin enmiendas para volverse alguna forma de efigie, o máquina, o aparato, o dispositivo, o juguete, o instrumento, o cachivache. A veces con mecanismos como queriendo reafirmar una forma de funcionamiento y de intercambio.

Para cerrar

La bestia impávida por un momento ahoga su vista en ese punto móvil que promueve y celebra el fragmento, que se multiplica y se acopla y acaballa. Es obsceno y alegre y transparente como transparente y ligera se hace la carga en su lomo.

Rene van Kilsdonk C.

«El Oyente Mundus»

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El abrazo de la sombra en la obra de Melania Lynch
Curaduría y texto: Daniela Berger

El Oyente Mundus
Galería PANAM
5 Mayo 2017

Siempre es una sorpresa cuando lo nocturno irrumpe a plena luz del día. Lo que revela es una existencia subterránea, una resistencia interior que nunca se ha roto.
Michel de Certau, La Possesion de Loudun

El trabajo de Melania Lynch opera en el tiempo presente de un proceso continuo. Es difícil, si no imposible, saber cuando comenzó. La obra se abre lenta y profusamente, como un palimpsesto arquetípico de múltiples significados, pero siempre es una acción del tiempo del ahora. Cuando es pintura, es una superposición de capas –a veces invisibles- de materia que dejan entrever a menudo silenciosos personajes que aparecen solo esporádica, sutilmente. Su prolífica producción de imágenes puede parecer como el continuum de un simple presente y sin embargo es a la vez un ahora muy denso, que tiene, como en el saber escénico, un cierto peso dramático.
Si hay alguna reminiscencia, solo en la superficie, a toda posible idea ilustrativa, es que ha sido acaso una interpretación permisible, mas únicamente tras un análisis meramente formal. No hay, no puede haber, nada de evidente en el óleo obstinado y de secado lento; en una imagen que comporta antiguos saberes y quizá ha de contemplarse más como una forma proyectiva, en el sentido en que resonará, hacia delante y hacia adentro, en el observador. Esta es una pintura que se conectará con una cualidad onírica a la vez individual y humana, como en el campo de acción que propuso enérgicamente el surrealismo; donde se abren nuevas e infinitas posibilidades del imaginario humano que abraza lo que no controla. La sombra de Jung. Lo colectivo del inconsciente.

Y es así que surge acorde la expresión de Deleuze-Guattari: no hay ninguna diferencia entre aquello de lo que está hecho una pintura y de aquello de lo que habla.

Cuando su obra es dibujo, con trazo claro que ha devenido gradualmente cerrado, afloran de nuevo formas que pueden provenir de una especie de raíz común primigenia que describe muy bien el cuento Vasalisa, un cuento eslavo recogido por Alexander Afanasiev titulado originalmente ‘Wassalyssa la bella’, en el cual una muchacha debe enterrar su pasado temeroso y aprender a vivir como una mujer libre y sabia, que se conecta permanentemente con su conciencia. Vasalisa es un arquetipo cuyo personaje se plantea una particular manera de ser-en-el-mundo natural. Una anhelación que responde a otra lógica de relación entre los objetos, las personas y la naturaleza como un todo…un más categórico ir hacia las cosas a modo del fenomenólogo Edmund Husserl.

Para observar el trabajo de Melania Lynch resulta certera la afirmación que plantea que cuando uno vive rodeado de personas, puede pertenecer a una comunidad. Pero es cuando se esta solo, rodeado de naturaleza, que se es uno-con-ella.

En esa incertidumbre o incluso pausa del orden, Lynch pareciera fundirse en una fluidez del saber que utiliza, en su esencia y en su forma, la intuición como método en el sentido Bergsoniano.

Cuando es cerámica, ésta es un desplazamiento del acaecer pictórico hacia el volumen, con una utilización de color que hace pensar en una porcelana contemporánea. Los objetos esmaltados tienen gran poder, y cuando instalados como un conjunto se asemejan a un retablo de algún culto atávico e incierto.

Y es que de alguna manera hay un declaración subyacente a la obra de Melania Lynch. Y esta podría ser que no hay división entre el ser humano y el entorno que lo rodea, domina y abraza, como el sus imágenes en donde la mujer se convierte en árbol, o es rodeada por una piel animal…una cita a la –para ella- fundamental obra de Leonora Carrington, otra sagaz artista que abrazó la sombra. Un traspaso místico que ha sido observado como un trance necesario -que llega implicar incluso capas de sanación- de acuerdo a observaciones plasmadas en visiones disímiles que van desde la obra de Deleuze hasta la de pueblos indígenas de Mesoamérica.

El entorno ha sido siempre fundamental en la práctica sistemática de Lynch, y el descampado irlandés de la península de Beara aparece ineludible en sus dibujos y pinturas. Nada hay en la ciudad que pueda interesarle. El paisaje y sus formas es a veces su único afán de firma, una rúbrica que a veces reemplaza la de su autoría.

Invariablemente frente la obra de Lynch surge la pregunta de cómo un trabajo puede contener tanta luz y tanto blanco, y a la vez ser tan concéntrico y profundo.

Los trabajos que presenta esta exposición corresponden al período final de los últimos seis años de producción de la artista en el sur de Irlanda, y a sus meses de recién de llegada de vuelta a Chile. Simbólicamente, serán expuestos a solo un centenar de metros de la casa de estudios de la artista, y producen así una especie de cierre de ciclo en la inquieta errancia de su práctica visual.

Daniela Berger Prado
Curadora

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*Deleuze-Guattari, Mil Mesetas.
* Henri Bergson, (en El Bergsonismo, Gilles Deleuze)